Baja la temperatura del agua
Nada suena más atractivo que una ducha humeante, bien caliente, en un frío día de invierno. Aunque se sienta bien, lamentablemente esto no es recomendable para la piel y podría ocasionarnos quemaduras dolorosas que terminarían exponiéndonos a un sinfín de bacterias y otras complicaciones.
La piel no está preparada para las altas temperaturas y podría lastimarse mucho. Lo mejor es recurrir al agua fría o templada, la cual además nos ayudará a mejorar la circulación de la sangre y mejorar nuestras defensas de manera totalmente natural. Además, ¡es mucho más económico!